Margarita Laso


Margarita Laso (Quito, 1963). Ha trabajado como editora para importantes publicaciones. Actualmente se dedica a la música popular, a la producción artística y es también articulista del Periódico Hoy de Quito.
Ha publicado cuatro títulos de poesía: Erosonera (1991), Queden en la lengua mis deseos (1994), El trazo de las cobras (1997), Los lobos desarmados (2004) que obtuvo el Premio Jorge Carrera Andrade. Los tres primeros aparecieron también en el 2002 en un nuevo compendio de su trabajo con el título de Poesía. Sus textos aparecen también en antologías y traducciones, así como páginas virtuales de poesía. Margarita Laso ha sido invitada a importantes encuentros internacionales de escritores y poetas.




un ceibo que cuida el horizonte
tiene menos orgullo
                      que el que orilla tus piernas

un ceibo en tus piernas africanas
matará mi deseo

la cadera cruje como un cangrejo

un crujido en la tenaza de mis huesos
matará mi deseo

trago de ardienteagua
un ceibo te orilla los crujidos
una huella de hollín
los vellos y tobillos
y una equis que enrosca mi cintura

una equis matará mi deseo




ORCA

I

Esta orca emerge de las profundidades.
De los líquidos oscuros y sus arcos.

De las bóvedas salinas de mi abismo.

De mis polos donde queman el frío y los naufragios.

Brota maciza.

Eléctrica.
Turbina que bate su formidable cuerpo.
Dos colores en toda mi carnaza.
En la pulpa que has querido desosar.
Como quien viene de lejos crece ante tus ojos.
Exhala las piezas de tu asombro.
Esos rastros de sangre en el océano.
Pócimas íntimas.


II

Esta ballena comió entrañas humanas y ha hecho de ellas carne en mi carne. Orca cebada con lóbulos y huesos.
Este monstruo que no maniobro. Que ocurre a su albedrío. Que es dentro de mí. Que impone su instinto. Esta bestia que te cela y ahora se disputa tus entrañas. Y las mías.

Es el amor que te ofrecí. Tal vez.
Frágil como la piel de las dunas.
Y tan escurridizo.
Fino como el alma de la aguja o la navaja.
Y tan irreversible.

De lo mío conocido (atroz o bello o ambos) no pude darte a cambio de ti mismo a ti mismo sino estos otros fragmentos del océano:
Uno. Un lobito de mar que roba a los pescadores. Bigotes de púas vibrátiles. Luna negra en el mar menguante de plata. Otea el peligro sin temerle al tridente ni a la vara ni a la red. Pirueta de seda entre los luceros oblongos y moribundos de las lanchas.
Dos. Los círculos que trazan las aletas codiciadas por barcos orientales. Armaduras de toro carnicero en formación de ataque. Cuchillas como cachos que asestan en la superficie la convulsión de las presas. Griterío de mamíferos marinos indefensos. Ojos blancos en el desigual ballet de la batalla. Dientes de obsidiana mortífera.
Tres. La dentellada de las rocas a tus pies. Esos picos habitados por moluscos cangrejos látigos salobres tenazas como broches de collares. Perlas prietas. Valvas impares como yo. Caracolas demudadas igual que yo.

III

Y este amor qué ha sido.  
¿Acaso la orca no devora a los lobos desarmados?
¿Acaso la orca y su cadalso no han quedado abandonados en la playa? 
¿No mi propia voz acaso me estrangula entre sus púas? ¿Entre sus cerdas y cabestros de sal?
Y                                                                                                                                                                                                                           
Qué dejó sino este destierro.
Sino estas vértebras que ciernen arena.
Qué dejó sino estas espinas de pescado.
Donde estuvo el delta entrañado del vientre.
La espesura manada de la noche.
Humea la destrucción. Tinieblas y olvido detonaron.
Arpones en el lomo de las dunas.