Roy Sigüenza (Portovelo, 1958). Poeta y cronista. Es autor de Cabeza quemada (1990), Tabla de mareas (1998), Ocúpate de la noche (2000), La hierba del cielo (2002) y Cuerpo ciego (2005) y Abrazadero y otros lugares (2006), Cuatrocientos cuerpos (2010). También están los libros de crónicas ¿Y vieron bailar el charlestón a la “Chiva” Marina? (1991) y Portovelenses S.A. (1999).
LA MISIÓN
Abalorios que jugaban con nuestra suerte eran nuestros dioses
(10 dedujimos antes de abandonarlos)
Pudrían nuestra comida
Quemaban el agua
Echaban abajo las palabras
(nuestras lenguas fueron condenadas al polvo)
Cada acto lo perseguían. Eran acuciosos.
Nos trataban como a contrabandistas
Llegaron a lacerar nuestros cuerpos con pestes desconocidas
Acabaron portándose como adolescentes caprichosos cuando decidieron quemar la ciudad
Mas entre los escasos sobrevivientes levantaremos Sodoma aquí, otra vez.
Abalorios que jugaban con nuestra suerte eran nuestros dioses
(10 dedujimos antes de abandonarlos)
Pudrían nuestra comida
Quemaban el agua
Echaban abajo las palabras
(nuestras lenguas fueron condenadas al polvo)
Cada acto lo perseguían. Eran acuciosos.
Nos trataban como a contrabandistas
Llegaron a lacerar nuestros cuerpos con pestes desconocidas
Acabaron portándose como adolescentes caprichosos cuando decidieron quemar la ciudad
Mas entre los escasos sobrevivientes levantaremos Sodoma aquí, otra vez.
El mar de Jambelí es el mismo mar que mella los atracaderos en Amsterdam
Allí la huella de las embarcaciones con un mismo significado:
la voracidad
(un corazón vacío
un par de manos heladas
una palabra imposible de decir)
El agua haciendo que la vida corra,
que vacile al filo de la orilla como un desnudo trozo de mangle,
que vaya a la playa como una deidad poseída por el furor del nacimiento:
la semilla de la fruta de sal
El agua anunciante de su certeza
Mañana Será lo mismo: el mar es un fósil despierto.
ESCONDITES
Los hoteles no permiten
parejas de hombres
enamorados en sus cuartos
(aunque presuman de heterosexualidad
el recepcionista siempre tiene sus dudas)
para ellos están las casas abandonadas,
el monte, los parques,
los asientos traseros de los cines,
los autobuses
(las luces apagadas)
hasta donde acude el amor,
los llama y los acoge.