Pedro Gil


Pedro Gil. Nació un 18 de Mayo en la parroquia Tarqui de Manta hace 40 anos.  En los ochenta, perteneció a los talleres de Miguel Donoso Pareja. Ha ejercido los más variados: oficios, limpiador de pozos sépticos, sepulturero, reportero, terapeuta de alcohólicos y drogadictos y alguna vez, ratero. Actualmente es profesor del Taller Literario de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí en Manta. Críticos y escritores existentes coinciden que es una de las voces poéticas más poderosas de los últimos anos.
Ha publicado los poemarios: Paren la Guerra que yo no juego (1989), Delirium Tremens (1993), Con unas arrugas en la Sangre (1997), He llevado una Vida Feliz (2001 Antología Poética que incluye: Los Poetas Duros No Lloran), Sano Juicio (2003), y 17 Puñaladas no son nada (2010 Antología Personal que incluye poesía y cuento). 


DIOS, AMOR Y MUERTE

A los muchachos del Taller.

Si hasta los muertos te humillaron
¿hacia dónde irás poeta cuando duermas?
no lo sabe el sol
que es un pensador incendiario
no lo sabe la lluvia
que es un sollozo largo largo
no lo sabe la noche
que es el refugio de pensamientos que sollozan
no lo sabe el hombre
que arde cae y recae.

Queda impune el crimen a la lírica
quedan los huérfanos envejecidos por la espera
la espera de la ternura difunta que regresa
cuando duermen
quedan los poetas llenos de premios
vacíos de talento
eso sólo queda ¡sólo eso queda? no lo sabe nadie.

El sufrimiento de ayer
hoy es una risa larga larga larga
imagino la cara que pondrán
Dios mío ante el sufrimiento
de mañana.

Por que los años enfermos de mi juventud no encuentran mejoría
Por que no viví yo mas la poesía vivió en mí
Por que no cesan los homicidios por amor los suicidios por odio
Por que penetré a mi ciudad sin amarla
y espero como mal padre el reconocimiento de sus hijos.

Dios verdadero intercedo por la multitud de tus misericordias
para el profeta que lleva la mentira en la saliva
para el profesor de moral que se masturba en nombre de sus discípulas                                                           
comprensión mucha comprensión
para el jovencito que se masturba en nombre de su maestra
misericordia para la viuda que alcanza la felicidad en el karaoke
el Infierno.

Por los alcohólicos anónimos
por Edgar Alan Poe y sus recaídas en beneficio de los genios
yo que voy hacia ti encarnizado por la duda
que fui humillado hasta por los muertos
ruego me alcance tu perdón
porque no vivo yo
vive en mí la poesía
y mata. 


LOS ESCRIBIDORES

A los distinguidos y tozudos
poetas de una ciudad anónima


Así que bebieron purgantes de neologismos para gramaticar el verbo
así que con el diccionario en el bolsillo
                              circulan las calles,
sufren, asisten a los concursos del engaño,
 hablan de la  artritis de la vecina y de sus libros que no leyeron.
sueñan que metaformosean el mundo,
sueñan con la verga de la eternidad
                                  y que son inmortales.

Y están convencidos,
nacieron con los nombres más perfectos de un  poeta:
charles o justino o víctor.

Están barbáricamente convencidos.
Lo desastroso es que no saben que cada uno es una
circunscripción del olvido y que la inteligencia
de sus versitos
reposa en la imaginación de las moscas 
y les tengo lástima.

No sé, tengo tanta lástima, al verlos triviales, invidentes, tan pequeñitos, gorjeando en todas
                        las mesas
redondas de la acidia,
creando metáforas de purísimas ganas.

Y huyen de mí,
temen mi presencia, lo saben bien estos enanos   
locuaces.
Soy un tímido universo.
                           Y sinceramente soy grande.
Indeleblemente grande,
                      Irreductible, indestructiblemente
                                                      grande.

Y les preocupa y lo niegan,
Lo cual es cotidiano.

Pero míralos como gesticulan,
míralos como decretan irrisorias leyes, 
pregúntales todo lo que quieras,
sólo ellos pueden meterse la luna al corazón.

Y piensa bien esto:
en un sitio cronométrico de mi ciudad anónima, de todas las ciudades anónimas,
encontrarás siempre a filósofos que se
masturban
metafísicos del alcohol,
insolentes micropoetas badulaques.

Y cuando literalmente machaco la lógica de la palabra:
pienso,  imagino, creo, deduzco:
los legalizados inolvidables poetas,
mis gigantes poetas,
en sus tumbas cabreados se asustan de tantos desperdicios de poemas.

En la tierra me cabreo yo.

Yo soy esos poetas.