Aníbal Fernando Bonilla


Aníbal Fernando Bonilla Flores (Otavalo, 1976). Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Técnica del Norte. Ha asistido a cursos abiertos de Letras, Literatura Clásica e Hispanoamericana en la Universidad Andina “Simón Bolívar” - Sede Ecuador. Promotor cultural. Autor de las publicaciones: "Selvadentro" (abrapalabra editores, 1998), "Canto Nocturno" (Libresa-b@ez.oquendo.editores, 2000), “Quimeras de Papel en el Umbral de la Soledad” (CCE-I, 2007), “ConTextos” Artículos de opinión (CCE-I, 2009)“Liturgia del Ensueño” (Colección de Poesía “José Ignacio Burbano” Nº5, CCE-I, 2009), entre otras. Columnista de Diario El Telégrafo. Ha laborado en radio, televisión y prensa escrita. Concejal de su ciudad natal (período 2009-2014).


DESCUBRIENDO EL COLOR DE LA TIERRA

Vestirse de luto
para una multitud de charlatanes
observar la vida de los otros
anidar en la mendicidad de los cartones rotos
con el viento en contra
y más tarde
encender un cigarrillo
en la periferia del dolor.

Despedirse de la lluvia
invitando a los gusanos
a que devoren las vísceras
a que celebren sin violencia
a que descubran el color de la tierra.

Que las cenizas
anuncien
la llegada de otro día
y el final de la oscuridad.

Que los santos
se persignen de su pecados
mientras los sacerdotes
fornican con la cruz
frente al espejo.

Que los abrazos
sean eternas enredaderas
y las lágrimas
innumerables estalactitas
diluyéndose en el fondo del mar.

Que el sol aparezca
con el vértigo de un apasionado voyerista
empujando las puertas de la Catedral
insinuando la proximidad de una nueva víctima
acechada por la soledad.


TU SOMBRA

Me quedo vacío
con la inclemencia del viento
con la rabia de la distancia
con tus pupilas encegueciéndome
de mariposas negras.

Me quedo buscando tu sombra
en algún rincón
de mi tristeza.

Me quedo con la cobardía
a borbotones
con el beso imaginario de la noche
con la mirada atrofiada
en la mitad de la calle
con tu mano extendida
quebrándome los huesos.

Me quedo sin sonrisa
recordando tus inexistentes lunares
ebrio de melancolía.

Quisiera que tus labios
lastimen los míos
sin remordimientos
y escribir
sobre tu piel
el verso clandestino
las palabras que caminan juntas
en las horas rotas.

Me quedo con los libros arrumados
y la paradoja
de las páginas jamás leídas,
con la brevedad de la cebada
con la inconsciencia colectiva
con tu vientre desnudo
saludando a las estrellas
y a la muerte.